Aunque el ejercicio es clave para mantenerse sano a cualquier edad, después de los 50 años es fundamental elegir actividades adecuadas, progresivas y supervisadas. Conoce qué tener en cuenta para prevenir lesiones y mejorar tu calidad de vida.
A medida que pasan los años, mantenerse activo no sólo es recomendable, sino necesario. El ejercicio regular después de los 50 ayuda a:
Sin embargo, hacerlo sin preparación o una guía adecuada, puede provocar lesiones que dificulten o incluso impidan continuar.
Según los kinesiólogos de Clínica Alemana Temuco, el cuerpo cambia: disminuye la flexibilidad, la fuerza y la densidad ósea. Por eso, retomar o iniciar una rutina de ejercicio requiere una evaluación previa y ciertos ajustes en la intensidad y el tipo de actividad física. La buena noticia es que nunca es tarde para comenzar, y hacerlo bien puede marcar una diferencia significativa en la salud y bienestar.
A partir de los 50, una de las principales preocupaciones desde la traumatología es la pérdida progresiva de masa ósea y cartílago, lo que aumenta el riesgo de fracturas, desgaste articular y enfermedades como la artrosis.
Por ello, se recomienda incorporar ejercicios que fortalezcan los músculos y protejan las articulaciones, de la mano de consultar con un traumatólogo.
Entre ellos destacan el entrenamiento funcional, el trabajo con bandas elásticas y el ejercicio isométrico, que permiten trabajar la fuerza sin un impacto excesivo. Caminar, nadar o andar en bicicleta también son excelentes opciones para cuidar el corazón y las articulaciones.
La recomendación clave desde traumatología es ejercitar de manera consciente y progresiva, priorizando la técnica, el fortalecimiento del core (zona media del cuerpo) y la prevención de caídas, que en adultos mayores pueden generar lesiones graves. La constancia y el acompañamiento profesional marcan la diferencia.
Iniciar o mantener una rutina de ejercicios pasada la mediana edad tiene un impacto directo en la calidad de vida. Los beneficios son múltiples, tanto a nivel físico como mental:
Fortalecimiento óseo: ejercicios con carga moderada, como caminar o levantar peso controladamente, estimulan la formación de masa ósea y ayudan a prevenir la osteoporosis.
Mayor masa y fuerza muscular: mantener y aumentar la masa muscular es clave para sostener la postura, proteger las articulaciones y conservar la autonomía funcional.
Salud cardiovascular y metabólica: el ejercicio regular ayuda a controlar la presión arterial, el colesterol y los niveles de glucosa, previniendo enfermedades crónicas como diabetes tipo 2 o hipertensión.
Prevención del deterioro cognitivo: la actividad física está asociada a un menor riesgo de demencia y un mejor desempeño en memoria, atención y concentración.
Menor riesgo de fracturas y hospitalizaciones: al mejorar la densidad ósea, fuerza muscular y equilibrio, se reducen significativamente las caídas y lesiones graves, especialmente de cadera, muñeca y columna.
Es ideal realizar un chequeo médico previo, sobre todo si existen antecedentes de lesiones previas, problemas articulares o enfermedades crónicas. Con un plan adecuado y supervisado, es posible ejercitarse de forma segura y disfrutar de todos sus beneficios. Y si todavía tienes dudas, agenda con un especialista en clinicaalemanatemuco.cl